Jim Rutherford ha sido una figura fundamental en el éxito de los Pittsburgh Penguins, con dos Copas Stanley consecutivas en 2016 y 2017 bajo su gestión. Sin embargo, no todos sus movimientos han sido aciertos, y es importante analizar los fichajes que resultaron ser decepciones para el equipo.
El primer fichaje problemático de Rutherford fue la firma de Conor Sheary por un valor de 3 millones de dólares. A pesar de tener grandes expectativas, Sheary no logró cumplir con su potencial y fue superado por jugadores más jóvenes como Jake Guentzel. La gran cantidad de delanteros en el equipo forzó a Rutherford a dejar a Sheary fuera de los seis primeros, y finalmente fue transferido a los Buffalo Sabres.
Otro fichaje que no cumplió con las expectativas fue el defensa Matt Hunwick, quien firmó un contrato de tres años por 6,75 millones de dólares en un intento de reforzar la profundidad defensiva del equipo. Sin embargo, Hunwick no logró encontrar su lugar en la alineación y fue considerado un lastre en la defensa. Su rendimiento no estuvo a la altura de lo esperado, lo que llevó a su traspaso a los Buffalo Sabres junto con Conor Sheary.
Pero sin duda, la decisión más controvertida de Rutherford fue la firma de Jack Johnson por cinco años y 16,25 millones de dólares. Esta adquisición marcó un cambio en la filosofía del gerente general, buscando jugadores más grandes y físicos en lugar de apostar por la velocidad y la tenacidad. Sin embargo, Johnson no logró destacar en el equipo y recibió duras críticas por su desempeño defensivo.
En resumen, Jim Rutherford ha tenido grandes éxitos como gerente general de los Penguins, pero también ha cometido errores en sus fichajes. Es importante aprender de estas experiencias para poder seguir construyendo un equipo competitivo en el futuro. Y como dice Rutherford, «incluso los mejores directores generales hacen movimientos cuyos resultados no son favorables».